Con la llegada de las altas temperaturas, los ciudadanos buscan múltiples soluciones para refrescarse sin salir de casa. Una de ellas, es la instalación de piscinas hinchables o portátiles en terrazas que no están preparadas para soportar la sobrecarga que supone llenarlas de agua.
El Colegio Oficial de Arquitectos advierte de los riesgos que conlleva la instalación de estos elementos en balcones, terrazas, cubiertas o azoteas de los edificios.
Por ejemplo, la estructura de la mayoría de los edificios están preparadas para soportar una sobrecarga de uso de entre 100 y 200 kilogramos, pero el agua de una piscina supone una importante carga extra para soportarlo.
Por ejemplo, una pequeña piscina de un metro cuadrado, con una profundidad de 20 centímetros, ya llegaría al límite de los 200 kilos, pudiendo producirse daños visibles en el techo inferior.
La misma piscina, pero con una profundidad de 50 centímetros, hace que la sobrecarga de peso ascienda hasta los 500 Kg, media tonelada, con lo que los posibles daños serían más intensos, comprometiéndose la estructura del edificio.
Cuanto más profunda sea la piscina, el riesgo y la posibilidad de un accidente grave aumenta exponencialmente
Es necesario tener en cuenta la antigüedad de la construcción
Muchos de los edificios existentes están construidos hace décadas, bajo una normativa menos exigente que la actual. A su edad habría que sumar el deterioro normal del paso del tiempo. Si no se realiza un mantenimiento regular durante el año y se desconoce el estado físico de sus elementos resistentes, instalar una piscina puede comprometer la seguridad de las construcciones.
Por todo ello, se recomienda no instalar piscinas portátiles ni elementos similares sobre las cubiertas, forjados y balcones de los edificios, especialmente en aquellos que no sean de reciente construcción.
No obstante, ante la duda de la viabilidad de una instalación de este tipo, es imprescindible consultar antes con un arquitecto para que realice un estudio previo y emita un informe que determine la capacidad de resistencia del forjado, el volumen de agua que puede soportar y, por tanto, si es viable o no instalar una piscina en esa ubicación.